Testimonio de Ana Isabel García

Para mí hablar del musical La Pasión es hablar de momentos.

Conocí este momento de oración intensa a través de una de las personas con las que ahora lo comparto tras el telón.

Lo viví y lo vi en su día con ilusión habiendo oído maravillas del musical. Poco a poco fui reconociendo a algunas de las personas que participaban en él y sorprendiéndome también de las nuevas que veía ante mis ojos.

Quién me iba a decir a mí, que en el momento donde creía que no podía abarcar más, se me iba a ofrecer la oportunidad de participar en la nueva gira 2014 y en el papel de María, Madre, un símbolo de amor, de paciencia, de ternura y espera. ¿Cómo iba a conseguir, apenas intentar, transmitir todo lo que nuestra Madre significa? Pero sólo podía decir: Sí, hágase en mí, me pongo en tus manos para que obres a través de esta humilde sierva.

Y con fe todo llega. Poco a poco se fue haciendo todo más fácil: ternura, abrazos, una gran familia que te acoge y que te hace sentir que todo saldrá bien. Y sobre todo Él, pues es obra suya, actúa y se deja ver ante cualquier gesto, como en momentos de vía crucis donde mi propia madre lee la estación: “Jesús se encuentra con su madre”, y ves que no necesitas buscar para entender, que tienes ejemplos de amar hasta el extremo tan cerca… Sólo debes dejarte hacer.

Ya es el segundo año que participo junto a este grupo de grandes personas en este proyecto de Nuestro Padre. Todos somos importantes tras ese telón que se abre en Cuaresma; trabajamos en equipo, en familia, sintiéndonos enormemente amados por Él.

Durante estas cinco semanas de oración se tiene la oportunidad de ver reacciones de la gente, algunas incluso de dolor, testimonios, corazones tocados por Él, sonrisas, lágrimas y esperanza. Momentos que te sobrecogen el corazón al ver cuán de grande es su obra.

Y así vas aprendiendo: ante la Cruz, desde las lágrimas de las jóvenes y las palabras del sacerdote, ante la luz que porta Jesús en sus manos en Pentecostés; y pides: “Padre, enséñame a amar de verdad, a amar sin medida, como solo tú lo hiciste; a sentir la alegría de la Resurrección y a beber del agua viva, para ser testimonio de ella por Ti”.


Gracias por cada día, por cada musical vivido, por cada alma que reza con nosotros, por cada regalo, por poder ser instrumento, seguir aprendiendo y poder decir: “Hágase en mí”. 

Testimonio de Juanjo Vivo

“Hasta ahora la fe ha sido como un Domingo de Ramos”: eucaristías multitudinarias, campamentos divertidos, reuniones de equipo llenas de proyectos, una intensa actividad parroquial… De pronto aparecen desde el fondo del pasillo Jesús y sus seguidores de una forma espectacular, palmas, cantos y bailes, ¡SHALOM! Jesús es llevado a hombros. Me sobresalto y me emociono a la vez.

Pero todo se viene abajo: enfermedad, malentendidos, enfados, envidias, desmotivaciones, desprecios, aislamiento. Estoy solo, camino con miedo y dudas sobre la cuerda floja de la soledad, de la incomprensión. Quiero hacer lo que otros, buscar otros domingos de ramos y dejar de lado la pasión que se me echa encima. Huir. Empiezo a dudar porque no te veo, pero intento aguantar. Me tambaleo y, cuando al fin voy a tirar la toalla, miro atrás y advierto que en mi camino faltan un par de huellas: “yo te sostenía en esos momentos”.

 ¡Qué suerte tener una persona al lado que te oriente, que te aliente, que te ayude a entender estos momentos! Algunos encontramos a esa persona en este musical, haciéndonos los destinatarios de las palabras del sacerdote (gran interpretación), encontrando el consuelo que nuestras circunstancias nos niegan.   

Pero ¿por qué hay que llegar a este extremo?

Caes en tu camino al Calvario y más de uno tiene (tenemos) la tentación de levantarse de su asiento y coger su cruz, de arrebatar el látigo a ese romano y hacérselo tragar. Tú también eres tratado injustamente, nadie sale en tu defensa.

Y María sujetando a su hijo muerto a los pies de la cruz…, y yo lloro con ella por Jesús, por mis propios enfermos, por mi familia, por mis propias miserias, por mi hijo, por los que se han quedado en el camino.

Por fin el Ángel anuncia a las mujeres: “no busquéis entre los muertos al que está vivo”.

Florece el campo y vuelve la primavera de la vida, el sentido de nuestro trabajo y te das cuenta de que hiciste bien en no tirar la toalla. Lo sientes a tu lado, dentro de ti. Tienes la certeza de que “… yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Escucho y entiendo que “no estás solo, nunca estás solo”.

Precioso y necesario retiro de oración que intento vivir cada año con vosotros y, que cada año, adquiere un sentido diferente y actualizado en mi propia vida; curiosamente, este año más que nunca. Me parece increíble la manera en que recreáis cada escena, como cuidáis cada detalle, cada gesto, cada palabra. Se nota en ello mucho trabajo y buena relación entre el numerosísimo equipo, una verdadera gran familia a la que admiro y respeto. Y sobre todo el inmenso amor por Jesús de Nazaret que transmitís.  

Muchas gracias, Juanjo.

Testimonio de Pepa Santos

Siempre he vivido este musical como espectadora. Un alma anónima en el público, emocionada ante cada canto, ante cada gesto, ante cada latigazo...

Año tras año acudiendo fiel a su representación, como el sediento que necesita agua para calmar su sed. Y es que siempre lo he vivido como una auténtica catequesis, como una puerta para abrir en mí el mensaje de Jesús y contagiarme de la fuerza y entrega de su Madre, María.

Pero este año ha sido, si cabe, más especial. Mis hijas se han embrujado con la magia que irradian, quienes forman parte de él, y el musical en sí mismo. Han participado como parte del elenco y ellas me han arrastrado a mí. 

En la última representación en Caravaca, me atrevo a formar parte del cortejo que aclama a Jesús en su entrada en Jerusalén. Voy cogida de la mano de mi hija Marta, mientras en la otra agito una palma. Detrás de mí va Mariano, sabiendo que se encuentra feliz de verme aquí. Mi hija María prefiere estar en la mesa de sonido, con Conchi, como ella dice. Toda mi familia formando parte de la representación.

Cuando llego al escenario y me giro, siento que retrocedo 2000 años: me encuentro en Jerusalén viendo llegar hacia mí a Jesús de Nazaret y tengo la certeza de que no quiero irme de su lado. Quiero compartir con Él su Última Cena, acompañarlo al Monte de los Olivos a orar, limpiar su sangre con mi manto cuando cae camino al Calvario, llorar al pie de su Cruz y emocionarme ante su Resurrección.

Me siento afortunada por haberme enriquecido con esta experiencia, y no quiero dejar de dar las gracias a todos los que formáis parte de este musical, por lo que hacéis. Recordad que sois instrumentos en manos del Señor.

Testimonio de Charo, hermanita de la Asunción

UN DÍA CON VOSOTROS… GRACIAS

Ya ha pasado una semana y vosotros ya habéis finalizado las actuaciones de este año… No me gusta lo de actuaciones porque no actuáis, vivís…

Aquel sábado, 14 de marzo de 2015, era el día señalado… Atrás quedó el esfuerzo del camino, la incertidumbre de qué pasaría, cuánta gente vendría, cómo dar publicidad, cómo y dónde acogeros… Atrás quedaron las dudas y las certezas que habían alumbrado la marcha hasta hoy. Ahora delante el sueño, la ilusión de Maica que me había empujado a decir sí, vale, pero implicando a los jóvenes de la Pastoral Universitaria, con Mónica, Katy, Gonzalo, Bea, Leanne…; con Kini y la parroquia de San Diego; con la gente de nuestra parroquia, San Francisco de Asís; con mi comunidad y la PJV de mi congregación, Marga, Judit, Marco, Alba, Antonio, Juste… Después de esto miré, y vi una gran multitud… (Apocalipsis 7,9). Nunca caminamos solos, la fe es una larga marcha colectiva en la que nos sostenemos, confrontamos, animamos… nos salvamos, siempre con otros, siempre con el Otro.

La comida juntos me trajo el recuerdo de aquella Última Cena de nuestro Maestro, sí y comencé a entender… Vuestra manera sencilla de situaros, de insistir en poner vosotros las bebidas (sino te lavo no tienes nada que ver conmigo… Jn 13,8) y lo que me hizo entrar en la calidad de vuestro seguimiento de Jesús, de la verdad de lo que luego os oí cantar o decir fue un pequeño detalle: cuando os preguntamos quién era quién en el musical, eludisteis la pregunta y vuestra respuesta fue algo así como “todos estamos en esto, a unos se nos ve y a otros no, pero todos somos necesarios, importantes para que el musical salga adelante”. Entonces, cuando acabó de lavarles los pies, tomó su manto, y sentándose a la mesa otra vez, les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? Vosotros me llamáis Maestro y Señor; y tenéis razón, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os lavé los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros (Jn 13, 12-14). Sin esta comida juntos no me habría sabido igual el musical… Anunciamos lo que vivimos por dentro, lo que llevamos en nuestro corazón… Anunciáis la sencillez y servicio de nuestro Maestro, la alegría y la pasión por Jesús. Anunciáis en comunidad y no a vosotros mismos. Gracias.

Y luego llegó la hora… ¡Y todos a sus puestos! Vosotros preparados para salir al escenario y nosotros preparados para acoger a quienes vinieron… y las puertas se abrieron… Contemplaba la gente que hacía cola para entrar, la alegría de los encuentros, “los acomodadores de sala” bien atentos, las que rompían amablemente las entradas, los que indicaban por donde… Cada cual en su puesto, responsable y contento de contribuir a algo más grande que nosotros mismos… Y es que todo parecía una parábola del Reino… Ojalá el mundo se pareciera a este momento, cada cual con una misión que hacer que le hace feliz, el mundo como una gran sala en el que todos cabemos, en el que nos ayudamos a sentarnos, en la que celebramos la muerte y la vida…

A la mañana siguiente, el primer día de la semana, vosotros ya no estabais pero yo os lo cuento… en el pequeño oratorio de mi comunidad, nos reuníamos 11 personas (muy simbólica también la cifra) para orar con lo que habíamos vivido de vuestro Musical. Nos había llevado por diferentes caminos a encontrarnos con Aquel que vive en medio del sufrimiento de un cáncer, de la muerte de un ser querido, del amor que hace traer musicales, de vuestra vida cotidiana puesta al servicio del evangelio de esta manera, de los porqués… Gracias por habernos ayudado a ir a Jesús, muerto y resucitado, Señor de nuestra Historia, pasión de nuestra vida.

Unas gracias muy especiales porque habéis contribuido a que alguien cuando todavía estaba oscuro… viera quitada la piedra del sepulcro y echara a correr (Jn 20, 1-2). Un año más tarde se ha sellado el encuentro.

Estos días sigo cantando…o mejor dicho, me va cantando: para el amor no debe existir medida…

                                                                       Charo, Hermanita de la Asunción
                                                                       Comunidad de Cartagena

Testimonio María Jesús Ferrández Cámara

No puedo resistirme a escribir unas palabras sobre el musical de La Pasión. Este año ya ha acabado, en este caso en Caravaca y nos deja cargados para vivir la Semana Santa.
Hace cuatro años lo vi por primera vez en la parroquia de San Benito de Murcia y me sobrecogió, pensé ¿cómo es posible que un grupo de jóvenes aficionados nos ofrezcan esa calidad en el escenario?
Hace dos años, a mis dos hijas les brindaron la oportunidad de participar en la representación de esta obra y ya lo he entendido todo. He tenido el privilegio de compartir con ellos muchos momentos en los ensayos, momentos de oración, de nervios, de dedicación, todos fuera del escenario, y tengo que deciros que son mucho más que un grupo de jóvenes, son una gran familia cristiana, una familia unida por el Amor de Cristo, que vive según los valores del Evangelio y es esto lo que nos transmiten musical tras musical.
No son meros intérpretes del mejor testimonio de Amor de la historia, son auténticos seguidores de Jesús y así lo manifiestan con su acogida, su ternura, su alegría, su esperanza, su Amor está en ellos. Y si ya son grandes como personas, en el escenario se crecen, y lo hacen para hacernos crecer a nosotros, a los que vamos expectantes a pasar un rato agradable, a ver qué pasa. Pues sí pasa y mucho, porque desde el principio nos envuelven con sus cantos, sus palabras, sus gestos y ese mensaje de Amor, sufrimiento y Vida nos toca en lo más profundo de nuestro corazón.
Por ello y por todo mil gracias, por estar ahí, por esa familia que formáis, por haber conseguido que sintamos más cerca a Jesús, en nuestro corazón. Deseo que la Semana Santa sea para todos un momento para encontrarnos con Él y siendo sus seguidores demos testimonio de su Amor.
Mil gracias.

Testimonio María López

Fui a la función del Musical La Pasión "Jesús sigue muriendo hoy" de rebote. Ni siquiera había comprado entrada y la conseguí en la puerta de pura chiripa. Acompañada por mi amiga Rocío y su novio David, personas discretas donde las haya, para mi sorpresa nos pillamos sitio en segunda fila, en una Iglesia completamente abarrotada. 

Yo no había mostrado interés en asistir porque me extrañaba no conocer a la compañía que la representaba, (yo soy profesional del sector y nos conocemos todos) y estaba bastante decepcionada con los espectáculos amateur que había visto recientemente. 

Al entrar a la Iglesia, como es habitual en mí, lo primero que hice fue ir al baño. Allí coincidí con parte del reparto, que estaban preparándose para actuar, y mientras esperaba para poder entrar, en la cola, estaba esperando también María de León, una de las actrices en este musical y conocida de vista por ser vecinas del pueblo y por pertenecer al mismo gremio profesional (como ya he dicho, nos conocemos todos). Movida por mi curiosidad, de formación profesional y por mi escepticismo no me pude contener en preguntarle ¿pero esto quién lo hace? ¿no son profesionales, verdad? Su respuesta confirmaba mis sospechas y me reafirmaba en mi actitud apática hacia lo que estaba por ver.

Comenzó la función. Y terminó la función. 

Como espectadora y como profesional tengo que decir, que yo no catalogaría este musical como amateur, aunque sus integrantes sí que lo sean. El resultado es de nivel profesional, bueno he visto espectáculos profesionales mucho peores. La calidad técnica de canto está perfecta. Los actores principales encajan perfectamente en los personajes. El trabajo del equipo técnico; sonido, efectos e iluminación sin un fallo, La disciplina técnica del elenco (cambios de escena, comportamiento en escena,...) perfecta. La dirección en general, excelente y con el agravante de no trabajar con profesionales, el doble de mérito. Música y guión originales ¿sabéis lo que cuesta crear eso? Siempre hay cosas que se pueden mejorar, como en todo en esta vida, pero no puedo dejar de reconocer el gran mérito que tienen en base al resultado. Y todo esto sin entrar en el contenido, el mensaje, que es lo más importante. EL MEJOR POSIBLE. Y muy bien enfocado. Solo tengo una palabra que decir: CHAPÓ.

Testimonio de Mari Cruz y Enrique

Teníamos muchas ganas de volver a vivir el Musical La Pasión después de varios años de ausencia… Fuimos a Cartagena con la ilusión de ver a un viejo amigo al que echas de menos, pensando en cómo le irán las cosas y en qué aspecto tendrá. Y efectivamente la cosa tuvo mucho de feliz reencuentro, pero también nos resultó una experiencia enteramente nueva. Sí, había nuevas y hermosas canciones, y la obra había ganado en solidez narrativa con una introducción extraordinariamente sugestiva, pero quizá lo mejor de esta pequeña maravilla sea el haber construido un espacio propio de profundización en la fe utilizando unos recursos que actualizan el mensaje eterno de la Redención, consiguiendo que la Verdad venga siempre vestida de estreno. 

Cualquier composición de lugar que uno pueda hacerse termina cayendo ante la autenticidad del planteamiento y la convicción absoluta con la que los chicos de La Pasión salen al escenario. La frontera entre el espectador y la obra va diluyéndose conforme avanza la representación y los números musicales se van sucediendo, sazonados de tanto en tanto por diálogos que vertebran esta pastoral sobre el sufrimiento y la esperanza, en el que las dudas de fe de la protagonista se van rindiendo, como se rinde el público desde la platea, a la belleza del mensaje de Cristo.

Hablar de la excelencia vocal que ha alcanzado este grupo en permanente renovación, de la inteligencia de la puesta en escena –un sutilísimo y permanente juego de elipsis de extraordinario poder visual- o del inmenso logro de haber conformado un espléndido repertorio de canciones de composición propia no termina de hacer justicia a un proyecto que definitivamente no puede calificarse como espectáculo musical, sino que debe ser definido como experiencia profunda y cautivadora, que no puede ser ponderada sino a través de la primera persona del singular. Una experiencia, hay que advertirlo, de la que puede que uno salga con varios engranajes seriamente removidos por ahí dentro, justo ahí donde uno no puede esconderse de sí mismo ni taparse los ojos ante la luz cegadora de la Esperanza. 


Enhorabuena, amigos del Musical La Pasión, y gracias por marcar, una vez más, nuestra vivencia Cuaresmal. ¡Os esperamos por Cieza, ojalá el año que viene estéis por aquí, que nos hacéis siempre mucha falta!

Testimonio Marian López


Hace ya unos cuantos años, en La Ermita del Santo Cristo del Consuelo vi la primera representación que se hizo del musical La Pasión. ¡Quien me iba a decir a mí, que eso iba ser el comienzo de una gran amistad, que se ha ido fraguando con los años, y que ha culminado con pertenecer a esta gran familia que formamos El Musical! Me hace muchísima ilusión.

Y digo formamos, porque desde el principio, he sentido ese cálido abrazo de acogida por parte de todos vosotros. Os doy las gracias por pensar y confiar en mí; aunque si soy sincera, al principio no lo tenía muy claro. Después, el Señor me fue mostrando que esto era un plan que tenía para mí y, ante eso, no me pude negar. Los planes de Dios superan cualquier expectativa de los planes que uno se plantea, y desde luego, el musical es una muestra de ello.

En sus comienzos, Manolo estaba de sacerdote en mi parroquia, nos comentó el proyecto y nos invitó al estreno. A través de Manolo, yo ya conocía a muchos de los componentes del musical, y eso me animó a ir a verlo. Desde luego fue tremendamente impactante, y me tocó el corazón. Desde entonces, he sido fan incondicional del musical. Cada representación parecía nueva, por los sentimientos y emociones que despertaban en mí, en cada uno de ellos me quedaba con una canción, una escena un gesto... siempre como espectadora. ¿Qué era una Cuaresma sin ver el Musical La Pasión, al menos dos veces?

El musical, desde sus comienzos, ha formado parte de mi vida. Este año, la sensación es totalmente diferente, y me ilusiona de manera especial. El musical vivido desde dentro, desde la familia que formamos. Es una maravilla formar parte de este equipo, y poder llevar el mensaje del Amor de Cristo a quienes nos ven. Se comparten muchas alegrías, muchos nervios, llantos, emociones, gestos, abrazos...tanto, que a veces me desbordan los sentimientos que generan en mí. Soy consciente de la importancia que tiene cualquier pequeño detalle, de trabajar en equipo, y que todos somos importantes, y que por supuesto, esta obra la lleva Dios. Esto es lo que se percibe desde dentro.

La representación de Molina, fue especialmente emotiva, por la ausencia de algunas personas importantes, por la presencia de otras, por el nacimiento de Pablo y porque, está siendo una época difícil en mi vida. Esta representación supuso para mí un Domingo de Ramos, un derrame de alegría difícil de contener. Cualquier mirada, gesto, abrazo... hizo presente a Cristo en cada uno de vosotros. Y por supuesto en cada una de las persona que vinieron a verlo (y en algunas que no pudieron venir a verlo y que estuvieron muy presentes en mis pensamientos).


Momento especial para mí, fue la última Cena, cargada de emotividad en las miradas de Jesús y en las de los Apóstoles que me hicieron mucho bien.
Los niños pusieron el broche a esta noche tan especial, fueron luz junto a Jesús en la Resurrección y en la canción final, destacaron por su alegría, saber estar y su espontaneidad. Muchos de ellos han nacido en el musical, se nota que lo viven junto a sus padres.


Gracias por vuestra profesionalidad, por estar ahí, por hacer fácil lo difícil o lo que parecía imposible para mí. Doy gracias a Dios por cada uno de vosotros, por poneros en mi vida, por ser compañeros de camino, por ayudarme a ser luz para otros. Me siento orgullosa de poder ser testigo de Cristo y de poder cantar junto a vosotros que "Vive Jesús el Señor", de compartir que "En todo mal nos abraza nuestro Señor", de sentir que "Jamás pudo vencer la muerte en brazos del amor" y de vivir con todos vosotros que "Para el amor no hay medida"

Testimonio Javi Marín



Cuando se viven experiencias de gran intensidad, y la persona intuye que está siendo partícipe de episodios que le harán crecer, cada imagen o cada frase que recibe encuentra su hueco en lo más profundo del alma… pasan a la categoría de versículos en el libro de su vida. Agradecido por la oportunidad que aquí se me brinda, comparto algunos de ellos.

“QUÉ TE DICE EL CRUCIFIJO…”

Desde hace años, como miles de personas, he venido formando parte de este musical, como orante, como miembro de un público que mira, escucha, se emociona, reza y sana sus heridas en poco menos de dos horas. Había acudido también en varias ocasiones a la llamada de Manolo Verdú (sacerdote íntegro “dentro y fuera de las tablas” y del presbiterio, el cual promoviera el proyecto, y a través de quien hoy se sigue alimentando espiritualmente este rebaño) para colaborar en la parte musical de la obra. Pero, en los inicios de este curso, como escribía S. Juan de la Cruz, yo andaba con “el pecho del Amor muy lastimado” por una reflexión que me había calado hondo: Cruz y Perdón son inseparables… compartía con este padre y amigo tan hermosa enseñanza, pues estaba empezando a interiorizar la imagen de la cruz como instrumento capaz de devolver la dignidad al ser gracias a la Misericordia que quedó derramada en ella por “el Ser que no se acaba” (Sta. Teresa de Jesús)… y, para mi sorpresa, faltaban pocos minutos para que partiese mi tren de Madrid a Murcia cuando Manolo me respondió con la propuesta de subirme en un nuevo vagón, de ocupar un asiento diferente, glorificando a Cristo Crucificado y Resucitado desde el papel de sacerdote para la representación… No dije que sí aquel día, era imposible… Esperé, y busqué, como María, en el interior… Las últimas palabras de su personaje son sencillas: “Adora y confía […] Dame un abrazo…”. Y así fue, comenzando por el final: adoré a Cristo, confié junto a mi novia en esta llamada, dijimos “sí” a colaborar con el grupo, y nos fundimos en un abrazo con toda la familia que interviene en el musical. Aún faltaban miembros por incorporarse, personas que desde hace años representan “el principio de esa larga eternidad” en mi vida, viniendo a demostrarme de nuevo el Señor que, frente a mi incertidumbre en esta misión, “no eran mis huellas” las que iba a ver en la arena, sino las suyas mientras Él me llevaría en sus brazos…
La Cuaresma ha dado comienzo este año abrazando la guitarra de un buen amigo, vestido de sacerdote, y canturreando “[…] te pregunto por mi vida; Oh, Señor, ¿Qué será de mí?”, mientras unos jóvenes salen a escena y arranca mi diálogo. El Señor nos dice que no temamos, que Él, con nuestra vocación particular, nos ha vestido de lo que Él ha dispuesto, y que desde ahí, no tenemos más que ser servidores.

“SERVIDORES”

Ayer, me venían a la cabeza “los pasajes más familiares” de Jesús: “¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?”; “[…] ahí tienes a tu madre”; “Quedaos aquí y velad conmigo”. En este musical, el espíritu que envuelve el cenáculo “se queda con nosotros y en nosotros” mucho más de lo que dura la escena. Una cena compartida, un montaje hecho con amor y rigor, unos mensajes que llevan meses cuidando a cada persona de la compañía… Nace el hijo de uno de los matrimonios que la componen, y todos pensamos “¡Vive! ¡Vive Jesús, el Señor!”; enferma uno, y como quienes velan unidos, todos acuden para apoyar, para salvar fraternalmente la ausencia; nadie es el primero ni el último, pues quienes no reciben la luz del foco se encuentra precisamente sosteniéndolo, o quienes prefieren mantener su rostro “fuera de cámara” generan confianza y obran auténtico arte poniendo sus manos y su corazón al servicio de los demás; haciendo el bien, todos somos piezas de un mosaico, el del rostro del Amor de los amores.
Y, con todo ello, ¿Cuál es el resultado final? el testimonio de unos hermanos que dicen con todo su ser: “¡Nuestra madre es la Iglesia, y en ella hemos aprendido a hacer esto, a vivir así, y SER FELICES!”.

“CON TU MIRADA DE AMOR…”

“…me enseñas que este mundo depende de la fe que tenga yo”.  ¡Señor mío! ¿Puede ser esto posible? ¿En el caminar de la humanidad puede repercutir también mi fe? Sí. Y todo comienza con la entrega, con el amor y con la oración.
Este musical es toda una oración de mirada. Ante la mirada de Cristo, cae la espada de Pedro, caen las lágrimas de María… se cae nuestra alma entera, y se recoge del suelo como un vaso rehecho con ternura (“…me has mirado a los ojos”; sobrecogedor). Te mira la Magdalena, y no soportas la injusticia del mundo. Miras al soldado que porta a Cristo desde los pies, y sus ojos parecen estar de Via Crucis, queriéndote decir: “[…] que por su Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador…”. Te mira el hortelano, y piensas que una vida distinta es posible y ya ha comenzado. Te mira la catequista de esta profunda historia de fe, y pides por dentro: “Señor, haz de mí un instrumento de tu paz”. Releo el guión, y en cada frase está la mirada de una persona que será encomendada al amparo de la Virgen durante la representación. O miro la Biblia que mantengo durante la obra en mis manos, y me pregunto: ¿Cómo has podido dejarnos para siempre una herencia tan hermosa y tan viva?
Horas antes de salir, para calmar mis nervios, me acerqué a los pies del sagrario, me senté discretamente, donde nadie me veía, con la guitarra, y empecé a tocar: “Antes de la fiesta de la Pascua…” Todo vuelve al origen, como en el Evangelio de Marcos, y yo necesitaba empezar mi propio caminar por la Pasión encontrándome con Su paz. Pero fui un ingenuo si pensé que debía hallar esa paz solo y a la vez estar cantando “durante la cena estaban reunidos”. Pues así fue: se unieron varios amigos, y principalmente los niños y jóvenes del grupo. Acabamos cantando juntos “Creeré, creeré…” mientras uno de los más pequeñines intentaba a mis pies incorporarse para agarrar mi guitarra. Más allá de lo tierno que fue el momento, comprendí que nuestro trabajo también radica ahí, en cuidar nuestras casas y ayudar a éstos, los pequeños de la familia, a que crezcan en la fe, “como hijos que confían en su Padre”.

“HASTA EL FIN”


Sencillamente doy las gracias por hacerme partícipe de este musical, que no es más (ni menos) que un testimonio de la humanidad de Cristo. La intención y el compromiso de este grupo son tan fuertes que uno se siente a veces “insuficiente”. Pero en el “sentirse amado” y con capacidad para amar, la palabra “exigencia” se transforma en “misión”. Entonces, se pierde el miedo, se recobra la vida, y se recuerda siempre: “Para el amor no debe existir medida”.
Gracias, Señor.

Javi Marín.